EXCLUSIVO. Después de que el galán firmara un acuerdo de desvinculación personal con Eugenia Tobal, la flamante pareja partió a Nueva York y Playa del Carmen para vivir unas románticas vacaciones. En el balneario mexicano disfrutaron del sol y el mar, y dieron rienda suelta a la pasión. Fotos únicas de su primer viaje de amor.
Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se
besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean" (Oliverio
Girondo, Poema 12)
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Nicolás Cabré (32) y Eugenia Suárez (20) quizás ignoren esa poesía incluida en el libro Espantapájaros, pero la interpretan fielmente. La escenografía es impecable: conjuga las arenas blancas de Playa del Carmen, las cálidas aguas del mar Caribe y la tibia cama de la habitación 146 del hotel Riu Palace Riviera Maya (cuatro estrellas y media), por la que pagan 124 dólares cada ardiente noche. Allí están, viviendo una luna de miel soñada, en la que gritan en silencio: "Nos amamos, y la pasamos muy bien juntos". No admiten, eso sí, que cuando empezaron a salir, él habría estado vinculado a su mujer, Eugenia Tobal (36). Con ella sigue casado ante la ley, pero ambos sellaron la separación de hecho a fines de abril, cuando firmaron un acuerdo de desvinculación personal.
ESCAPADA. El viaje tuvo su prólogo en Nueva York. Pero el capítulo más caliente se escribió en la península de Yucatán, adonde llegaron el miércoles por la tarde, y reservaron, por una semana, una suite con vista a los jardines del hotel. Cada mañana desayunaban muy temprano sin salir del hotel –para no cruzarse con los argentinos que vacacionan allí–, en el restaurante Don Manolo. Ella, cuidadosa de su figura, comió siempre frutas y yogur; él, en cambio, arrasaba con el buffet. Pero siempre algún compatriota los descubría y les pedía sacarse una foto. Fóbico como es, Cabré huía y se ponía fastidioso. La China, en cambio, accedía sonriente.
Después bajaban a la playa, a gozar como flamantes novios de la arena, el mar y el sol. Nunca se zambulleron en la piscina de agua dulce del hotel, que posee 1.257 metros cuadrados y distintos jacuzzi, ni utilizaron el bar de la piscina, Daiquiri. Durante el día, Nico sólo tomaba gaseosas. Tampoco hicieron excursiones: sólo querían estar juntos, pegados.
A la hora del almuerzo variaban entre el restó brasileño Botagofo, el mexicano Agave o simplemente comían unas hamburguesas con papas fritas en el Chilis, el grill vecino a la pileta. Sólo una tarde, cuando bajó un poco el sol, fueron a pasear por la Quinta Avenida de Playa del Carmen, una peatonal donde se divirtieron con un grupo de músicos callejeros. El le regaló algunas artesanías y ropa de playa.
Nicolás Cabré (32) y Eugenia Suárez (20) quizás ignoren esa poesía incluida en el libro Espantapájaros, pero la interpretan fielmente. La escenografía es impecable: conjuga las arenas blancas de Playa del Carmen, las cálidas aguas del mar Caribe y la tibia cama de la habitación 146 del hotel Riu Palace Riviera Maya (cuatro estrellas y media), por la que pagan 124 dólares cada ardiente noche. Allí están, viviendo una luna de miel soñada, en la que gritan en silencio: "Nos amamos, y la pasamos muy bien juntos". No admiten, eso sí, que cuando empezaron a salir, él habría estado vinculado a su mujer, Eugenia Tobal (36). Con ella sigue casado ante la ley, pero ambos sellaron la separación de hecho a fines de abril, cuando firmaron un acuerdo de desvinculación personal.
ESCAPADA. El viaje tuvo su prólogo en Nueva York. Pero el capítulo más caliente se escribió en la península de Yucatán, adonde llegaron el miércoles por la tarde, y reservaron, por una semana, una suite con vista a los jardines del hotel. Cada mañana desayunaban muy temprano sin salir del hotel –para no cruzarse con los argentinos que vacacionan allí–, en el restaurante Don Manolo. Ella, cuidadosa de su figura, comió siempre frutas y yogur; él, en cambio, arrasaba con el buffet. Pero siempre algún compatriota los descubría y les pedía sacarse una foto. Fóbico como es, Cabré huía y se ponía fastidioso. La China, en cambio, accedía sonriente.
Después bajaban a la playa, a gozar como flamantes novios de la arena, el mar y el sol. Nunca se zambulleron en la piscina de agua dulce del hotel, que posee 1.257 metros cuadrados y distintos jacuzzi, ni utilizaron el bar de la piscina, Daiquiri. Durante el día, Nico sólo tomaba gaseosas. Tampoco hicieron excursiones: sólo querían estar juntos, pegados.
A la hora del almuerzo variaban entre el restó brasileño Botagofo, el mexicano Agave o simplemente comían unas hamburguesas con papas fritas en el Chilis, el grill vecino a la pileta. Sólo una tarde, cuando bajó un poco el sol, fueron a pasear por la Quinta Avenida de Playa del Carmen, una peatonal donde se divirtieron con un grupo de músicos callejeros. El le regaló algunas artesanías y ropa de playa.
Frente a las aguas turquesas y las arenas blancas de Playa del Carmen, se relajaron después de un intenso paso de tres días por Nueva York, y gozaron de una semana de sol.
La convinacion perfecta para disfrutar de unos días de romance y relax en la playa.Nico no paro de hacer chistes, y aprovechaba las algas del mar para bromear con su novia.Ellos no quisieron hacer excursiones: prefirieron todo el tiempo disfrutar del hotel y del mar.
Fuente: gente.com.ar
En el ultimo tiempo se ha hablado mucho de esta pareja, y hasta se ha mencionado que estaban en crisis. Yo he tenido la posibilidad de estar en un hotel en playa del carmen mientras estaban ellos y he visto el amor con el que estaban
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